18.11.06

Noviembre















De materia rica en vida,
e infinidad de otoños, solo,
inventándome, como el paseo
matinal bajo la lluvia fina:
mi gorro de agua, la perra y su correa,
las botas felices en su grasa de caballo,
el camino, dulce pisar de hojas ya caídas,
mis pasos sobre el humus, como la superstición
del fantasma que cabalga
a lomos del silencio lindero de la casa
con el bosque.

De materia rica en vida
que suavemente cae sobre la luz
abriéndose en harapos
de cielo gris copando las ruinas,
la lejana piedra solemne en la crudeza
del viento que circula
impune por entre las ojivas
y las psicofonías
de la tarde de hace tanto.

De la materia del recogimiento
se construye la noche, pues la luz
es sólo música, vagamente la armonía
que estremece lo oscuro del salón
amigo del crepúsculo, sola la casa,
abandonada,
imagen de la nave errante
en el resplandor que despide la ventana,
isla y tierra firme en el océano insondable
oasis de luz breve en la negrura.

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