Coronarrogancia
No deja de sorprenderme el límite infinito de la
arrogancia humana. Cuando menos, asombra ver cómo los gobiernos de todo el mundo
adoptan medidas drásticas para evitar la propagación del Covid-19: el
cierre inmediato de las industrias, la paralización del tráfico casi en su
totalidad y el confinamiento general de la sociedad son algunas de dichas
medidas. Los telediarios acribillan los oídos de cada cuidadano con sus incesantes
amenazas en las que predominan las palabras muerte,
contagio, peligro...
Soy incapaz de comprender el por qué
de esta innecesaria difusión de pánico y terror cuando lo único que debemos
hacer es quedarnos en casa con nuestras familias (hablo en general). Cosa que
seguramente mucha gente, a la que la rutina agobia, llevaba deseando durante
mucho tiempo: «Ojalá tener más tiempo para mí, ojalá pasar más tiempo con los
míos en casa, ojalá tener tiempo para leer ese libro o escribir esa novela...»
Pues bien, lo que saca a la luz todo esto es el inconformismo de una sociedad de
personas tan incapaces de convivir consigo mismas que mucho menos lo son de
convivir con los demás. Ahora más que nunca, ansiamos una libertad que se nos
está otorgando. La Mama Pacha en cierto modo ha decidido pausar nuestro
acelerado ritmo para dejarnos pensar, dejarnos reflexionar sobre si el ser
humano está realmente siendo humano. Ahora podemos activar nuestro modo
introspectivo para analizar en perspectiva si esto que está sucediendo es una
señal. ¿Lo estaremos haciendo bien?
Los
medios de comunicación, heraldos del pánico, me producen hartazgo al ver que
han acaparado el 100% de sus informativos con datos de muertes y contagios. ¿Ya
no existen los migrantes de la frontera greco-turca, víctimas del engaño a la
espera de acceder a Europa bajo condiciones infrahumanas? ¿Ya no importan los
países a lo que asolan conflictos bélicos, viviendo desde hace años en un
confinamiento perpetuo y horrrible? ¿Nos hemos convertido en el foco de
atención del mundo porque nuestra economía primermundista se ha paralizado
durante un mes, dos como mucho? Me produce vergüenza. Rabia.
Si los informativos dedicasen un poco
de su tiempo a hablar de las muertes que causa la contaminación, (10.000
anuales solo en España, 800.000 en Europa y 7.000.000 en el mundo, ya que saco
el tema) seguramente más de un@, en lugar de correr como un hámster en su rueda
hacia el supermercado para arrasar con el papel higiénico, o a la farmacia para
abastecerse de mascarillas, guantes, termómetros, desinfectantes, etc., a lo mejor
dejaría de tirar esa colilla por la ventanilla del coche, o puede que comenzase
a reciclar, incluso puede que recogiese alguna basura que se encontrase aunque
no fuese suya. Sí, han leído bien: aunque no fuese suya. Podría ser también que
utilizásemos más la bicicleta o nuestras piernas, ambos magníficos inventos,
para desplazarnos economicamente y aumentar la salud, por cierto.
Si en las noticias diesen la
importancia que corresponde a aquello que realmente la merece... Los niveles de
contaminación en las grandes ciudades del mundo, especialmente en China, han
disminuído de manera histórica en el poco tiempo que llevamos de confinamiento y
siguiendo las medidas adoptadas por los gobiernos. Así mismo, en Europa la
reducción de los niveles de dióxido de nitrógeno ha batido récords, en Italia
sobre todo, donde solo por poner un ejemplo, en los canales de Venecia se
vuelven a ver peces y aguas cristalinas después de muchos, muchos años. En la
capital española en tan solo apenas dos semanas se redujo la contaminación del
aire en un 35%. ¡Observen de lo que somos capaces en apenas dos semanas! Soy
incapaz de comprender cómo ni siquiera esto se ha mencionado en la televisión: si
yo fuera psicólogo, lo primero que recomendaría a cualquier paciente sería
llevar la televisión al punto limpio más cercano para así obligarse a uno mismo
a informarse por sus propios medios en los muchos artículos publicados por
revistas e instituciones que realmente apuestan por el conocimiento crítico y
objetivo. Irónicamente, a raíz de las consecuencias acarreadas por este
terrorífico virus mortal, miles de vidas estan siendo salvadas, la salud del
planeta está mejorando como nunca antes lo había hecho. Pero la principal
víctima de esto es, cómo no, la economía, por lo que no merece la pena que la
gente sepa que se está equilibrando la balanza economía-salud ambiental, y que
es posible que siendo así todo funciona mejor. Ojo, no quiero decir que esto
que está sucediendo de forma tan drástica sea como tiene que ser, pero sí que
se demuestra por sí solo que dicha balanza la podemos equilibrar de manera muy
fácil y en muy poco tiempo.
¿Qué más hace falta para que empezemos
a priorizar el bienestar global ante el dinero? ¿Por qué nos cuesta tanto
deshacernos de la máscara del egocentrismo? ¿Realmente somos la especie más
evolucionada? Quizás sí, pero también quizás hemos evolucionado demasiado,
quizás tanto hasta el punto de que sea excesivo. Ya a mediados del siglo XIX un
auténtico visionario, Charles Darwin, dio con la clave de la supervivencia: la
adaptación de las especies. Aquella que no se adapta se extingue. Nosotros
hemos sobrepasado la barrera de la adaptación de tal manera que hemos
conseguido adaptar el medio a nosotros en lugar de nosotros adaptarnos al
medio, pero como ya dije, estoy convencido de que todo esto puede ser una señal
para disminuir este ritmo de inmesurable caos y desorden. Rectificar es de
sabios y retroceder un poco sobre nuestros pasos es, sin duda, la nueva clave
de la adaptación y por lo tanto, de la supervivencia.
5 comentarios:
👏🏼👏🏼 Totalmente de acuerdo
Que grande jp!!aber si espabilamos de una vez! 🤦🏻♀️
Ojalá todos pensásemos como tú; el cambio de prioridades es necesario y urgente. Gran reflexión ��
Cuanta razón tienes Juan
Un abrazo
Es una excelente reflexión, sensatez y humildad, gracias; a veces es bueno que nos recuerden que en la fragilidad está la belleza y el sentido de la vida. Mucha gracias!
Publicar un comentario