18.8.06

Tercera cala en la lejanía




Me duele infinitamente la lejanía serena del mar
que terso como la piel del cielo duerme.
Una vez más me abrumará el cómplice silencio
de la luna que los mira y ríe en su blancura
mientras septiembre en la pureza del verano que agoniza
ofrenda su virginidad a un día sucio, de ceniza.

Remota, casi imperceptiblemente percibo los quebrantos
que en el alma causa este dolor, de tanto azul cargada.
Entreverando mi llanto al ulular de las bestias de la noche,
y tendiendo mis brazos adelante
cual el ciego que tantea las tinieblas,
intento vanamente capturar su esencia,
explicar su etiología, descifrar, al menos,
para así adqurir un rasgo imprescindible de cordura,
su cadencia.
¿No habrá quien exhale al aire un alarido
que desgarre en el tránsito oscuro del espíritu
tanto orden aparente?
¿Seré yo sólo
quien deba afrontar este trabajo?
Pues sea, si así es.
Yo mismo he de enfrentarme
al cinismo del infinito mar y su lejanía serena,
yo mismo romperé su piel
en jirones de espuma blanca y sangre del ocaso.
Y sea mi testigo
el tiempo, que en la pureza del verano que agoniza
ha de trocar por riña y muerte
la virginidad inocente de su ofrenda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, tienes razón. Así es. Y: No solo para todo lo que haces sino incluso para todo lo que te pasa tienes que aprender asumir la responsibilidad. Un día lo vas a hacer. Empezando ahora te vas a sentir mejor. Seguramente. be, ve.