7.6.06
Mugre, tradición e modernidade
A lectura do libro de Trapiello Imprenta moderna (ao que me referín nun post un chisco máis abaixo), que xa obra no meu poder, prométese ricaz, amena e sumamente produtiva en datos, pareceres e puntos de vista. A cita ou lema, de Juan Ramón Jiménez, proxéctase a todo o libro: En edición diferente los libros dicen cosa distinta.
Algunhas declaracións do limiar anuncian un tratamento altamente crítico, peneira da que agardo moitos momentos de solaz:
La constatación irrebatible es esta: en el siglo XX en España la literatura se ha editado mal [...] Se diría que la decadencia impresora española marchaba pareja con la decadencia política del país y que la fealdad de sus libros se correspondía con la fealdad de una sociedad caciquil y levítica, con los valores supremos del clero y de una burguesía de corte funcionarial campando sin complejos. Dicho de una manera explícita: los libros hacia 1870 parecían impresos con la mugre de los militares y encuadernados con las sotanas de los curas.
Atopo con ledicia que as páxinas 205 a 214 están integramente adicadas á edición galega entre os comezos de século e a posguerra. Destacan, a xuízo de Trapiello —declaradamente subxectivo pero indiscutiblemente erudito—, tres figuras clave no evoluír editorial na Galicia desa altura: Valle-Inclán, Nós (editorial e fundamentalmente revista), ligada directamente con Casal como editor e Castelao como inspirador na estética tipográfica, e, logo, a partir, dos trinta, a figura inmensa, poliédrica e cosmopolita de Seoane, de biografía que, para alguien dotado para la pereza o el tedio, acompleja, porque se ve a Seoane, desde el primer momento, como un trabajador infatigable y de una gran cultura. Se aprecia en él la tenacidad de los canteros y el entusiasmo de los vanguardistas, la paciencia de los clásicos y la nerviosidad de los modernos.
Di Trapiello:
Galicia ha estado siempre a trasmano. Barcelona mira a Italia y a Francia. Galicia lo único que tiene delante de los ojos es América, y eso afinando mucho la vista. Los libros gallegos, a principios de siglo, parecían todos catálogos de comercio o prospectos de balnearios.
Las primeras grandes empresas gallegas con personalidad, desde un punto de vista tipográfico, fueron los libros de Valle-Inclán y, veinte años después, la revista Nos. Hemos dicho que Nos reproducía el barroquismo de las catedrales gallegas. Las portadas de esa revista tienen algo de ese barroco hecho de santos, peregrinos, harpías, veneras y demás temas sacados del románico. Castelao impregnó a la revista de un espíritu puramente gallego, que antes no se conocía. Por otra parte, Nos nunca perdió el aire de la provincia, del pequeño taller, con tipografía escasa y de batalla. El papel es basto y recio y las cubiertas, a un color, le dan un tono de grabado en madera rústico y cálido. Por dentro, con sus trabajos científicos ilustrados, todo tiene un aire serio, facultativo, unas veces científico y otras clerical. Hojear un número de Nos tiene algo siempre de brétema, de tarde orvallosa, de sombría rebotica en la capital de Orense, a medio camino entre la etnografía, los cruceiros y las meigas. «A sua biblioteca no será unha biblioteca galega, mentras non adquira as obras editadas por Nos.»
También Valle-Inclán, que había llevado a las portadas de algunos de sus primeros libros un aire señorial y carlista, se pasó a las filas del barroquismo de la mano de José Moya del Pino, que le ornamentó los tomos de su opera omnia, inconfundibles en la tipografía española por su abigarramiento magenta [véxase a imaxe].
Después, ya en los años veinte, y coincidiendo con la fiebre de revistas en Europa, España incluida, Galicia editó las suyas, Yunque, Resol, Alfar, De Mar a Mar, Ronsel, Claridad, Ser. En ese momento aparece en escena Luis Seoane.
Despois dunha análise descritiva polo miúdo do amor pola imprenta de Seoane e do seu contributo á edición, conclúe Trapiello que Seoane trajo a la historia reciente del libro español una personalidad muy fuerte y un gusto tan original que lo gallego moderno lo identificamos en buena parte con su propio trabajo, como identificamos los moderno antiguo con Valle y Castelao.
Para rematar un parágrafo suxestivo e estimulante
En Galicia se ha dado siempre un tipo de artista muy provinciano y muy universal. Es el caso de Risco, al tanto no sólo de Mitteleuropa, sino de lo que ocurrió en Oriente gace dos mil años, conocimientos que Risco se propuso contar con sencillez.
Recordemos la primera traducción de Ulysses hecha en España por Otero Pedrayo, las evocaciones de Laforgue por Pimentel, la estampa cazadora tan británica de Castroviejo... Y así. Galicia ha conseguido aunar siempre esos extremos que en otra parte nos parecen inmiscibles: románico y barroco, universalidad y aldeanismo... Ese es su secreto: no ha habido en España más grandes viajeros que los gallegos ni más aquejados de la saudade.
Nota: é unha honra que o libro que aparece na imaxe pertenza á miña biblioteca, en boa medida herdo da do meu abó.
Alguén dixo, por certo, que a felicidade dun home reside en tres cousas: un pequeno xardín, unha gran biblioteca e unha muller compracente (perdón polo velado machismo).
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