11.6.11

Lo que queda del día

Nunca se sentiu vostede como pouca manteiga sobre demasiado pan? O día morre sobre o val da Amaía. Unha fenda branca ábrese nas nubes grisazul e deita unha última raiola, escuálida e feble, na urdime verde dos bosques. A terra, as casas e a xente que as habita,recóllense tépedas, quedas. Prepáranse para cruzar a Estixia da noite. Parece todo inmóbil e en silencio. De lonxe chéganme os risos dos nenos no parque. Ladra un can. Eu escoito Islands de Scott Cossu e os meus dedos baten con dozura e paseniño nas teclas e van compoñendo esta xorda reflexión. Os meus dedos parécenme gordechos. A alianza no mediano aprétame, e, cando a saco, deixa a marca. Son as 21:50. Nada máis. Lembro ter escrito un poema que di así:
Ahora me veo, cercado y pálido,
interpretando los augurios
del silencio repentino.
Los gritos ahogados de los niños suenan
abajo a quien se va y odia las despedidas:
las copas manoseadas, el tufo denso del tabaco,
la ligera cefalea o el malestar de estómago.
Sola la soledad me queda,
para apurarla con la avidez del usurero
y subir de lo lejano.
Hasta saciarme
de la levedad involuntaria que se agita
en el rescoldo del día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Moi bo poema, si señor. ¡Xa o dicía eu...!

juan l. blanco valdés dijo...

Que é, benquerido amigo, o que xa dicía vostede? (Se non lle parece impertinente perguntar).

lecturayescritura dijo...

Como siempre que leo los artículos del blog saco partido. Enhorabuena, el sitio web se ha convertido para mí en una referencia. Podré estar o no de acuerdo con algunos planteamientos pero siempre es enriquecedor leer los artículos colgados. Felicidades nuevamente, seguid así y animo a la gente a que participe con sus comentarios en este tipo de sitios educativos porque la verdad es que son de un valor enorme en esta época de internet.
Ánimo y suerte con las publicaciones, os seguiré