Una biblioteca nunca puede ser ideal; si no, sería una cárcel o una tumba. En realidad, una biblioteca es algo semejante a la naturaleza, de donde se extraen productos que uno necesita para el organismo. Cada libro cambia según el momento en que se lee y ningún libro es siempre el mismo libro.
(Francisco Ayala, publicado en El País, 04.08.05)
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