Tiene la tarde un irse hacia la noche
remoto y suave como la fragancia
de la tierra mojada. Sabe el aire
a la íntima cadencia de los astros
que horadan de luz el velo de la aurora.
Se yergue de la nada un hálito de nada,
una brevedad en el decir «se va la tarde»,
y se va yendo, remota y suave,
haciéndose de silencios inconclusos,
de risas congeladas y murmullos.
(
to be continued)
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